lunes, 9 de abril de 2018

El otro discurso del odio (el bueno)

Esta gente se supera día a día.

No tenía muy claro cómo titular la entrada, y tampoco tengo muy claro por dónde empezarla, pero sí por qué la escribo y qué es lo que me preocupa de todo esto. La cosa viene a raíz de las flamígeras declaraciones del impresentable Jiménez Losantos el otro día, a cuenta de la negativa del juez alemán a extraditar a Puigdemont de cualquier manera. Losantos entró en cólera, y en una pataleta digna de un enajenado mental que no se ha tomados sus pastillas, empezó a soltar lindezas como que el juez alemán es un racista, que nos trata como si fuéramos Mauritania (el chiste de Goyo Jiménez, pero hecho realidad), y directamente sugiriendo la vía terrorista como respuesta, hablando de secuestrar alemanes en Mallorca, o atentar contra cerveceras en Baviera. Por suerte, no lo dijo rapeando, así que, señoría, no pasa nada, era broma.

Bien, ayer aparecía en el panfleto de extrema derecha "Alerta Digital" (tiene su guasa que haya tanto medio de este pelo con la etiqueta digital, si algún día me vuelvo nazi haré el Verdadero Blog del Verdadero Jokin Digital, o algo así) esta "noticia" en la que celebraban, sí, CELEBRABAN, un atentado sucedido en Alemania. Enaltecimiento del terrorismo de manual, pero como parece que algunos valen y otros no, pues tan panchos.

Ojo, que a mí me parece estupendo que cada uno sea libre de rebuznar las barbaridades que le apetezca, y de retratarse como infrapersona siempre que le venga en gana. Pero a lo mejor esto tendría que funcionar igual en todas las direcciones. 

Porque, imaginemos por un momento que el juez alemán hubiera dado el OK a la euroorden y algún periodista de izquierdas hubiera ladrado cosas sobre secuestrar alemanes y poner bombas en cervecerías, y que al día siguiente hubiera publicado esta portada. ¿Del 1 al 10, cuántos segundos habría tardado en ingresar en prisión?

Y ese es el problema, que la extrema derecha se sabe impune, y por eso se viene tan arriba. Saben que pueden decir lo que quieran. Saben que amenazar públicamente (¡hola, Pablo Casado!) o alentar y aplaudir atentados terroristas (y no digamos ya el constante halago a la organización criminal que mantuvo secuestrada España durante 40 años) no tiene consecuencia. Se creen con el derecho, que por algo ganaron una guerra. 

Triste, muy triste. A la par que asqueroso.

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