martes, 26 de diciembre de 2017

Una vida a lo grande

Cariño, he encogido a Matt Damon.

Otra película sobre Matt Damon viviendo en una comunidad aparentemente idílica pero que no lo es tanto que veo en una semana. Aquí decide someterse a un experimento para reducir el tamaño de su cuerpo a 10 centímetros y vivir en una miniciudad adaptada a su tamaño, donde la opulencia es abundante y la necesidad un mal recuerdo.

La idea es graciosa pero la película comete el error de olvidarse pronto de ella. Tras media hora más o menos interesante, en seguida se convierte en una historia que explota poco el concepto y bien podría haber sido la historia de un señor que se va a colonizar otro planeta, pues habría dado igual, y no deja de ser la clásica historia de "rico que tiene que vivir entre pobres", pues como suele pasar en toda película sobre entornos idílicos, uno de los giros es siempre que nada es tan idílico como parece, y que para que unos vivan como ricos, es necesario que existan pobres (o, en este caso, micropobres). De primero de distopía.

Ya de base comete el error de destripar en el trailer un giro bastante gordo de guión, con respecto a cierta decisión que toma el personaje de Kristen Wiig, y que marca el devenir de la película (no lo pongo por si alguien no lo ha visto), un trailer que intenta vende lo que no es, pues, ya comentaba, explota poco su premisa. A esto hay que añadir que la película se hace aburrida y que el personaje de Christoph Waltz es odioso a varios niveles. Pero no esa deliciosa odiabilidad de la que hace gala en Malditos Bastardos, sino una que hace que den ganas de abofetearle cada vez que aparece en pantalla, por insufrible.

Una película decepcionante, con un planteamiento que prometía dar más juego del que termina dando.

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