jueves, 18 de mayo de 2017

Plan de Fuga

Ni el robo perfecto ni, desde luego, la película perfecta.

A título de curiosidad, esta película tiene el honor de ser la primera que veo en el cine habiéndome presentado al casting. No me cogieron, que habría presumido de ello, pero fue divertido. De hecho, casi diría que fue mejor el casting que la película, pues ha resultado bastante decepcionante.

La presencia de Luis Tosar y Javier Gutiérrez es un poderoso reclamo, y de hecho son sin duda lo mejor de la película, aunque por sí solos no alcanzan a levantar el despropósito. También era un aliciente ver qué tal se desenvolvía Alain Hernández (El Rey Tuerto) en una película seria, pero parece que el chico solo tiene un registro, y lo que funciona muy bien como parodia de poli impasible y superduro no encaja tanto si la cosa va de protagonziar drama.

La dirección también es chapudera y la película va claramente de más a menos, con un punto de inflexión muy claro en el que la coherencia se empieza a diluir y va desembocando hacia un despropósito digno de aparecer en la era dorada de la serie Flashforward, en la que solo se buscaba el constante golpe de efecto pero sin que nada tuviera el más mínimo sentido. Las motivaciones de los personajes son caóticas o inexistentes y la dirección de diálogos deja ver demasiados huecos (¿en serio, lo de que las líneas de un actor tengan que ver con lo que le acaban de decir, qué tal? ¿y quién se refiere a su amigo del alma como "amigo, amigo", con todo de vendemecheros rumano?

La película tenía bastante buena pinta y el comienzo tiene su pase, con algunas escenas que son incluso buenas, y unos diálogos realmente ingeniosos. Pero es un castillo sin cimientos que se derrumba en cuanto comienza a soplar el aire, como si hubiera empezado con un sprint y se hubiera quedado rápidamente sin fondo. Y una vez que se cae, solo puede rodar hacia abajo, con un desenlace que casi da un poquito de vergüenza ajena.

¿Lo positivo? Que al estar rodada en Bilbao y Barakaldo pude ver muchos sitios que me resultaban familiares, y pocas películas permiten ver coches de la Policía Nacional aparcados en frente de Sabinetxea, sede del PNV.

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