domingo, 16 de octubre de 2016

Partidazo y victoria contra el Barça (91-78)

Ese marcador no era baloncesto, era porno.

Una visita del FC Barcelona siempre es un partido complicado, por muy cansados que vengan de haber jugado en Rusia, ya que la calidad de su plantilla es incontestable. Claro que eso también hace que se disfrute más cuando se gana, y sobre todo si se gana de la manera que se ha hecho hoy.

Los primeros 5 minutos del partido deberían ser denunciables de oficio ante Fiscalía, pues el Bilbao Basket comete un delito de agresión agravada con ensañamiento y trato vejatorio contra el Barcelona, empezando con 14-0 y en el minuto 7 el marcador era de 27-4.

Pero a partir de ese momento el FCB despertó cual bestia herida y empezó a devolver la jugada con un aplastante ojo por ojo con el que casi da la vuelta al marcador, tras un parcial de, escondan a los niños, 0-22. Casi para ponerse delante.

Pero los casis no ganan el partido, y es que el Barça en ningún momento se ha llegado a poner arriba. Amenazaba, asustaba, e incluso a ratos parecía tener la ayuda de los árbitros. Pero ojo, solo por momentos, que sería absurdo quejarse de ellos en un partido en el que no les ha temblado el pito a la hora de expulsar a Dorsey y a Claver, o de señalar la cuarta falta de Claver, que nos han venido de maravilla. Ahora pausa dramática para que puedan ustedes hacer chistecitos a cuenta del intencionado uso de la palabra "pito".

Cansados, sin pívots y encima con Navarro que se les lesiona, los catalanes solo podían encomendarse a las manos de un estelar Tyrese Rice, cuyos 29 puntos no han servido para ganar el partido, pues por parte local entre Mumbrú y Bamforth (que ha tardado en aparecer) se han cascado 50 puntos. Pero lo mejor es que en mayor o menor medida todos han aportado, e incluso Dejan Todorovic ha podido darse alguna alegría, levantando al público de Miribilla con un espectacular contraataque terminado en mate al final del 3º cuarto, cuando más falta hacía. Esa es una buena noticia, y la otra el haber sido capaces de mantener la cabeza fría cuando peor pintaba la cosa y haber seguido remando sin miedo hasta llegar a la orilla de la victoria. Y aquí hay que aplaudir el mérito de Carles Durán, que ha sabido gestionar muy bien los cambios (a pesar de lo que ladraba el tipo que se sienta detrás de mí en los partidos).

Hoy ha sido sin duda uno de esos grandes partidos que con el tiempo se recuerdan con cariño, y aunque vendrán tiempos peores, de eso no cabe duda, este 4-0 de salida ya no nos lo quita nadie.

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