jueves, 10 de marzo de 2016

Cien años de perdón

Quien roba a un ladrón...

Es una buena película, quede claro, pero me deja con un regusto de decepción. No por el planteamiento, que es muy bueno, ni por las actuaciones, que son en general soberbias (Tosar, Arévalo, Coronado... ¡compro!) y su realización, que raya a alto nivel. Es por el desenlace, que cojea y da como resultado un final un poco "meh", que ensombrece una película que tal vez no da tanto como lo que promete.

Un atraco a un banco pone en jaque a todas las autoridades, primero locales y luego nacionales al irse destapando el verdadero trasfondo del asunto (en un claro y poco disimulado trasunto de Luis Bárcenas), con los juegos de poder, los chanchullos y el verdadero mensaje de la película: hay ladrones mucho peores y más nocivos que los atracadores.

El lado positivo, y realmente importante, es que consigue la tensión que merece un thriller, aunque se estropea un poco con alguna escena demasiado poco creíble (me refiero a cierto disco duro, que se podría haber resuelto mejor y se opta por renunciar de forma innecesaria a lo creíble en virtud de lo efectista) o momentos que casi se meten en lo involuntariamente cómico, como los protagonizados por el personaje de "El Loco". 

Tal vez mi opinión sobre la película habría sido otra (mejor) de haber ido con unas expectativas menores, pero a veces es inevitable tenerlas, y que jueguen una mala pasada. No diré, pues mentiría, que la película sea mala, y tampoco diré, pues no es así, que el final sea malo. Pero el regusto que me deja sí que es un tanto insípido.

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