lunes, 10 de noviembre de 2014

Drácula: la leyenda jamás contada

¡Voy a chuparos la dszangre!

Si se parte de la base de que es una película completamente innecesaria y prescindible, sin más pretensiones que la de entretener, puede ser una propuesta válida, aunque a mí personalmente, a pesar de que contaba con ello, me dejó bastante frio, ya que no es buena, pero tampoco llega a ser legendariamente mala. Simplemente sosa y olvidable.

Este Drácula, que no es el de Bram Stoker, pretende ser el Vlad Tepes histórico, dulcificando mucho su figura, ya que el Vlad de esta película es un hombre justo y amable, cariñoso con su hijo y muy lejos de la crueldad que se le supone al Vlad de Valaquia. No es una película especialmente rigurosa en cuanto a la historia, ni pretende serlo, pero sí es cierto que no le he encontrado anacronismos o patadas particularmente graves, y las que hay me parecen perdonable. Creo que mencionan Rumanía, que como país no existiría hasta mucho más tarde, y el antagonista, Mehmet II, murió 5 años después de los sucesos de la película. 

Destacaría el apartado visual, horroroso en las confusas escenas de acción (debe de ser que te subvencionan si contratas cámaras con epilepsia) y espectacular en los paisajes. También destacaría, en lo positivo, el epílogo, muy en la línea del cine actual de superhéroes (por si no lo había mencionado, esto es una película de superhéroes) y que concilia el mito de Tepes con la novela de Bram Stoker. Por lo demás, personajes planos y poca chicha. Lo esperable.

Resumiendo el argumento, Drácula vuelve de hacer el Erasmus en Turquía, donde estuvo como rehén del sultán y fue criado junto a Mehmet II, casi como si fueran hermanos (esto es históricamente correcto), y vive feliz con su mujer y su hija Ingeras (no es una errata), pero vienen los recaudadores turcos, quejándose de que algo está matando a sus exploradores, y no se contentan con dinero: quieren 1000 niños para montar su ejército de jenízaros. Drácula está dispuesto a renunciar a su hijo por la paz del reino, aunque eso le suponga dormir en el sofá el resto de su vida, pero en el último momento se le cruzan los cables, mata a los emisarios y empieza la guerra.

Como los turcos son muchos y con mala baba, Dracula decide visitar al monstruo que vive en una cueva: un hombre inmortal que pactó con el Diablo. Visita la cueva y el inmortal le da superpoderes, pero le dice que es la versión de prueba, que solo dura 3 días. le explica también que si quiere comprar la versión definitiva, tiene que beber sangre humana. Y a cambio, convertirse en el inmortal del diablo.

La sangre que bebe del inmortal le da fuerza y velocidad sobrehumana, así como otros poderes muy molones, como convertirse en nube de murciélagos. Pero a cambio, sufre alergia a la luz y a la plata.

También tengo el poder de mojar tus bragas, nena.

Drácula decide dedicar sus recién adquiridos poderes para hacer una performance e imitar a Asterix y Obelix, zurrando él solo a todo un ejército de turcos, para alegría de sus compatriotas valacos y disgusto de Mehmet II, que no ha visto 300 y opina que llamar a Telemalo y contratar un ejército más grande es la solución.

Como los turcos son demasiados, Dracula lleva a su población a un monasterio, donde se desarrolla la batalla grande (sí, sé que me estoy saltando cachos de la película, pero me da pereza pensar y mi memoria es horrible). La batalla consiste en que Drácula mata soldados a murcielagazos mientras los malos se cuelan y defenestran a la señora Drácula, que no puede evitar que la pobre se despeñe.

Sin embargo, a pesar de la caída, la señora de Drácula muestra una salud que para mí la quisiera, lo que no sirve para que Drácula, dándose cuenta de que su licencia de uso de poderes va a caducar a menos que pruebe sangre, llore la inminente muerte de su esposa y se pegue un festín de sangre conyugal.

Henchido de poder, se lía a crear vampiros como si no hubiera mañana y se dirige al campamento a enfrentarse a su otrora amigo, hoy enemigo, Mehmet II, que en previsión de la que le viene, se ha montado una armadura de kriptonita plata y se enfrenta a Drácula en una sala con aspecto de casino, llena de monedas por todas partes. Pero como uno es el protagonista y el otro no, nos imaginamos el resultado.

Y ahora me presentaré al casting de Caballeros del Zodiaco.

Cuando el victorioso Vlad sale de la tienda de Mehmet II, se encuentra con que sus recién creados vampiros han matado todo lo matable y se quieren comer al único ser vivo que queda en pie: Ingeras la hija de Drácula. Y para más horror, un cura loco quiere secuestrar al niño. Y con sexuales intenciones, a juzgar por las muecas de sufrimiento hemorroidal que pone Ingeras.

Pero deja que el cura, al que los vampiros no se atreven a atacar, se lleve al niñ@ y usando sus poderes desactiva las nubes para que el sol arrase a todos los vampiros, incluyendo él... o no.

Lo que nos lleva a la escena del epílogo, donde un rejuvenecido Drácula se pasea por el Londres de la actualidad y se encuentra con una muchacha que le recuerda plenamente a su difunta esposa. El nombre de la chica, evidentemente Mina. Y de fondo, el inmortal que creó a Drácula observa y repite para sí: "comienza el juego".

Después de los créditos no lo sé, porque no me quedé, pero seguro que sale Nick Furia reclutando a Vlad.

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