viernes, 15 de febrero de 2013

Resquicios de mostrador

Nota: Esto NO es una bandeja de entrada.

Desde que Lanbide se llevó la RGI el mostrador ha dejado de ser esa jungla de usuarios en la que cada día nos tocaba atender a unas doscientas personas, y que era por lo tanto una fuente inagotable de sucesos curiosos. Y últimamente el mostrador suele ser algo bastante rutinario, y como mucho suelen venir 5-6 personas en toda la mañana. Y como la mayoría son, pese a su precaria situación personal, gente normal y educada, pues eso da lugar a pocos chascarrillos. 

Pero que sean mayoría no implica que sean la totalidad, y siempre queda algún jeta o algún obtuso, o simplemente estrafalario, protagonizando alguna anécdota digna de ser contada. Y no es que sean gran cosa, pero puesto que hacía mucho que no hablaba del mostrador, pues aquí van un par de ellas que han amenizado la mañana. Uno, al que no he atendido yo directamente, era un señor que decía ser de Alicante y que venía preguntando si tenía derecho a cobrar alguna prestación social, que había oído que en Euskadi daban dinero. Hago constar, pues así lo ha manifestado, que ese señor sigue empadronado en Almería, y pese a que decía que su intención era ganar aquí dinero de las ayudas para mandarlo a Almería, parecía desconcertado de que se le dijera que no tenía derecho a la prestación. Y ojo, que no pretendo meterme con él, pues lo mismo es un vividor que alguien que movido por la desesperación busca cualquier medio para salir adelante. Pero no deja de ser algo desconcertante. 

Más censurable, por cerril, me parece otro usuario al que he atendido. Venía con una carta de liquidación (se le reclama un dinero) y pedía cuentas por ella. En primer momento he pensado que sería un cobro indebido, y le he dicho que Hacienda. Me responde que en Hacienda ya ha estado, y cuando veo la carta, me fijo que es el pago de una residencia en la que estuvo, que era de Diputación, y tenía que hacer frente al pago (unos 140 euros). Algo que en cualquier caso, no es competencia de la sección en la que trabajo, sino de Hacienda (quien hace los cobros) o de Ugasko (donde está la sección que lleva el asunto, a juzgar por la carta). El señor se negaba a ser derivado a otro sitio (aunque fuera el correcto) e incluso cuando le he dicho que tenía que ir a Ugasko me ha respondido “A Gobierno Vasco ya me mandaron y ya fui” (NOTA: Por si no fuera obvio, Ugasko es una cosa y Gobierno Vasco, aunque rime, otra muy distinta, y que no tiene nada que ver aquí.) 

Le he explicado que yo con esa carta no puedo hacer nada, que no es de mi competencia, y que como mucho le puedo indicar a dónde creo que debe dirigirse, pero él insistía en que le habían dicho que era aquí, y que no pensaba ir a ningún sitio más. No ha habido manera de hacerle ver que si hacía el pago se lo van a pasar en vía ejecutiva y le saldrá más caro, y que en la propia carta le explicaban cómo pagar. Pero nada. Y el momento delirante ha sido cuando en plena bravuconería ha exclamado “¡pues mira lo que hago con la carta!”, y la ha tirado a la papelera. 

Pues nada, oye, si le gusta regalar su dinero, no seré yo quien se lo impida.

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