miércoles, 20 de octubre de 2010

El Ipódromo


Juguete de aspecto inofensivo.

Hoy en el gimnasio, como no me daba tiempo para una clase de spinning, me ha dado por acercarme a las nuevas máquinas de cardio, que llevaban un par de semanas anunciadas pero que aún no había catado (conocía las antiguas) y la verdad es que la experiencia ha sido bastante chula.

Son en esencia lo mismo que las anteriores, pero con una pantalla táctil bastante intuitiva, que te va explicando las distintas opciones y te da información detallada sobre tiempo que llevas, distancia recorrida, calorías quemadas, etc... y tiene otras dos cosas simpáticas, que son televisión (como suena, uno puede juntar gimnasio y "Sálvame" para así no tener claro cuál es realmente la tortura) y conexión Ipod, para que uno pueda escuchar su propia música y tal. Pena que yo no tenga de eso.

Pero a pesar de ese detalle, y de que tampoco tenía los cascos, fisgoneando botones mientras pedaleaba he pasado el rato y he eliminado a uno de los grandes enemigos del gimnasio, que son, por cierto:

-Pereza de tener que ir hasta allí, sobre todo cuando hace malo, que si haz la mochila, pon ropa para cambiarte, etc...
-Pereza de lo que viene siendo el ejercicio propiamente dicho. Aquí no hay mucho que decir. Si te apuntas a un gimnasio sabes lo que hay.
-Aburrimiento. Porque estar una hora dando pedales es, entre otras cosas, un coñazo.

La primera barrera más o menos la subsana el tener el gimnasio al lado de casa, y la tercera la combaten bastante bien estos cacharros.

Pena que para la segunda no haya de momento remedios eficaces.

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