domingo, 30 de agosto de 2009

Descenso del Sella

No confundir con el descenso del Seya

Para no perder las buenas costumbres, otro fin de semana fuera de Bilbao. Esta vez el motivo era la despedida de soltero de Iban (el tal Iban, que se casa el 11 de septiembre), para lo que fuimos a Cangas de Onís, a bajar el río Sella en Canoa.

El viaje empezó un poco accidentado, ya que nuestro bien amado Karma, a quien no le hizo mucha gracia que el viernes hablara mal de él, optó por joder una rueda del coche, retrasando nuestro viaje, y haciendo que estar en Cangas de Onís a las 11:30 se complicara, ya que salimos de Bilbao a las 11 de la mañana, y no a las 8, que era lo previsto.

Afortunadamente, no nos pusieron pegas por iniciar el descenso a las 2, así que sin más dilación, nos dieron las instrucciones y nos lanzaron (literalmente) en la canoa río abajo. Lógicamente no tengo fotos, que meter el móvil debajo del agua no me parecía muy buena idea.

La experiencia muy recomendable, ir río abajo, al más puro estilo Deliverance, película que no podía evitar recordar, disfrutando de los preciosos paisajes, y de un solete de lo más majo, con un agua a temperatura aceptable, y por supuesto, los puntos de avituallamiento, con la correspondiente botella de sidra en cada uno, aunque la música que ponían daba ganas de quemarlos, con exitazos musicales del pelo de "tienes el culo más bello del mundo", impagable nadie en su sano juicio pagaría por ello).

En el balance de bajas, además de Iban, al que asesinaré por haber hecho volcar la canoa en la parte del río que más cubría, los remosque nos fueron sustraídos en una de las paradas, y que nos obligaron a ir a media velocidad, y mi pobre hombro izquierdo, que acabó machacado de tanto remar, o el codo derecho.

Luego, una pantagruélica cena, en forma de tradicional espicha asturiana (básicamente, te traen comida hasta que revientas) y luego, mi cuerpo dijo basta, y entre el cansancio, y el dolor muscular, opté por una pronta retirada, para dormir 11 apacibles horas del tirón.

Y para terminar, vueltecita matutina por Cangas, paellaza en Llanes (tan deliciosa como abusivamente cara), intentar salir de Llanes (¡una encerrona vial!) y para casita, a descansar.

Pero esto de las canoas me ha gustado, tengo que repetir. Solo que para la próxima me llevaré el banjo, para cuando me roben los remos tener algo con lo que remar.


Río abanjo.

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