viernes, 16 de noviembre de 2007

Memorias de un ex-abogado (XII)

¡Abogadoo, abogadooo, sé que estás ahí!!

Capítulo XII: El caso del taxista

Recuerdo este caso como una de las experiencias más desagradables de mi efímera carrera, puesto que para todo hay una primera vez, y siempre hay una primera derrota.

Mi cliente en este caso era un taxista, que había tenido una trifulca con una motera buscabroncas y ésta le había denunciado, ya que le culpaba de que le había destrozado la moto y le había provocado lesiones importantes. Y todo esto el día de su cumpleaños.

Me reuní con el cliente, para que me contara lo sucedido, y así lo hizo, y también me dijo que tenía los datos los dos ocupantes del taxi en el momento de la pelea, que se habían ofrecido a asistir como testigos al juicio.

Manos a la obra, era mi primer asunto ante los tribunales y quería hacer bien las cosas, así que interpuse la correspondiente denuncia contra la motera y a reunirme con los testigos, quienes me confirmaron que, efectivamente, la motera fue quien inició la pelea y que el taxista lo único que hizo fue defenderse, que le insultó y empezó a soltar manotazos a través de la ventanilla, y que luego se puso más furiosa, dejó caer la moto al suelo y cargó contra él casco en ristre, obligándola a salir del taxi y a reducirla, agarrándola de las muñecas y sentándola en el suelo. Esto fue ni más ni menos lo que me dijeron los testigos, así que me limité a decirles que en el juicio dijeran eso.

Otro paso importante era presentarme en el Juzgado, para poder ver el expediente, donde había un par de cosas bastante interesantes. Además de la denuncia de la motera, con un relato de los hechos radicalmente opuesto a lo que contaban los testigos, podía ver que ella aportaba un testigo.

El testigo decía que bajaba en el autobús, el 03, y que al pararse el autobús vio la "agresión" en la marquesina de enfrente, y que cuando al día siguiente vio el anuncio que la motera había puesto en el periódico pidiendo testigos, llamó para ofrecerse.

El testigo suponía un elemento en mi contra, algo que había que combatir, así que ahí comenzaba la labor de investigación, y mi siguiente paso fue la hemeroteca, donde fui para comprobar si ese anuncio había sido realmente publicado, y vi que sí, pero con una redacción bastante curiosa, ya que el anuncio pedía testigos de "un atropello", algo que poco tenía que ver, no ya con lo que había pasado, sino con lo defendido por las partes. Mi otro paso fue acercarme al lugar de los hechos, pues siempre viene bien hacerse una composición de lugar, y para mi sorpresa ver que la marquesina desde donde supuestamente el testigo había visto la pelea servía de parada a muchos autobuses... pero no para el 03.

Pero bueno, para estar completamente seguro, y como buen abogado del método Stanislavsky, tomé el 03 para hacer el recorrido completo, y vi que, aunque sí pasaba por esa calle, no efectuaba ninguna parada ahí, y que desde el autobús, especialmente en marcha, es imposible ver nada, sobre todo porque hay una bonita mediana de metro y medio que taparía todo cuanto hubiera podido suceder. Que el testigo era falso lo suponía de antes, pero ahora estaba seguro de ello.

Llegaba el día de la declaración judicial del testigo (todavía en las diligencias previas, el juicio se hace más tarde) y ahí iba yo con las garras bien afiladas. El chaval, que tenía toda la pinta de ser el novio/amigo/pagafantas de la motera, y me miró con horror cuando al preguntar quién era yo le dije friamente "el abogado de la otra parte" (a veces dar miedo mola ^_^) El dicente declaró que cuando el autobús se paró vio la pelea, que reconoció a la chica, ya que la conocía devista del barrio y que cuando vio el número de teléfono en el periódico le resultó familiar el número y decidió llamar. El juez se quedó un poco estupefacto, ya que él decía que solo la conocía de vista, y le vino a preguntar algo así como "¿me pretende hacer creer que solo la conoce de vista pero que es capaz de ver su número de teléfono y reconocerlo?" Podía ser muchas cosas, pero desde luego lo que no resultaba era creíble.

Todo estaba listo para el juicio. Tenía unos testigos a mi favor, la parte contraria tenía un testigo falso, y era fácilmente demostrable que era falso. La motera tenía el parte de lesiones y la factura de reparación de la moto, cierto es, pero nosotros nos personábamos con abogado y ella no, y lo que es más importante, nosotros teníamos razón.

Pero cuando las cosas se tuercen se tuercen, pero mejor continúo otro día, que si no me va a quedar una entrada demasiado larga.

3 comentarios:

Albita dijo...

Esto es la leche... llegas al final de la entrada y ves que no acaba allí... y que la siguiente parte (¡Oh, horror!) está aún por escribir.
Es injusto, me he quedado con el intríngulis.
Y eso, que un besito y un trébol desde Irlanda. :)

Ana dijo...

aaargh! otra que se ha quedado con la intriga!

Anónimo dijo...

Buen truco el de crear espectación, maldito!!!